André Magalhães @andrefmag | De nuevo los dos chicos de #Los4Larpeiros nos fuimos de viaje. De esta vez a la preciosa Euskadi y acompañados de dos amigos de Lugo (Maribel y Juan Carlos). Si hay destinos que realmente valen la pena por su comida, el País Vasco es , sin duda alguna, uno de ellos. Cuna de maestros como Berasateghi, Arzak o Subijana, Euskadi reboza cultura gastronómica por todas partes. Sea en sus pintxos o en sus platos tradicionales, la elaborada preparación y el uso de productos de máxima calidad son aspectos siempre presentes. Con la magnífica Donostia en mente, salimos de Galicia en dirección a la nueva autopista A8, haciendo solamente dos paradas: una en San Vicente de la Barquera y otra para comer en la “euskal-cántabra” Castro-Urdiales, en dónde, por cierto, en el Mesón Marinero, comimos unas maravillosas anchoas del Cantábrico. Llegados a Donostia, dejamos las maletas en el hotel y salimos como locos a callejear por la ciudad y a hacer fotos a su elegante arquitectura, a la famosa bahía de la concha y, como no podía dejar de ser, a su comida. Siempre habíamos oído hablar de los famosos y espectaculares bares de pintxos de la ciudad pero, como la ignorancia es lo que es - atrevida - nunca pensamos que existiera tantos. El concepto de este tipo de locales es realmente un éxito. Degustar tanta variedad de platos de una sola vez sin morir en el intento, realmente solo es posible con el formato pintxo. En el casco antiguo, entre la calle 31 de agosto y el boulevard Zumardia, se extiende un entramado de preciosas calles repletas de bares de pintxos. Callejear por esa zona es toda una experiencia visual y olfativa. Las barras, llenas de platos repletos de pintxos son un festival de colores y texturas que despierta el hambre a cualquiera. Caña tras caña, fuimos probando el txangurro, el jugoso bacalao en todas sus formas (pil pil, confitado, rebozado…), las diferentes variedades de pintxos con anchoa, boquerones, gambas, gulas, pimiento del piquillo… mientras captábamos fotos con el móvil y las enviábamos a María y Patrícia que, educadamente, contenían los “insultos” vía WhatsApp. Esa noche acabamos muy satisfechos pero con los bolsillos vacíos, ya que los pintxos, creo, son caros hasta para el nivel de vida de Euskadi. La media de precio no baja de 3 euros cada. Y yo, como buen portugués del norte, necesito cantidad… Al día siguiente, con las pilas recargadas, la digestión hecha y los pies descansados, empezamos una nueva jornada, de esta vez en Sant-Jean de Luz (País Vasco francés). Esta preciosa ciudad, cuya arquitectura de balcones de madera coloridos nos hizo sentir como si siguiéramos estando en Euskadi, es además una maravilla para los amantes de los artículos gourmet. Sus callejuelas, además de exhibir preciosos edificios admirablemente preservados, están llenas de tiendas de comida de todo tipo, la cual más bonita. No tardamos ni media hora y ya nos vimos metidos en Maison Adam, una preciosa pastelería que más parece una boutique. Allí nos compramos unos cuantos croissants y el gâteau basque, típico de la zona. Ambas cosas, como es habitual en Francia, estaban exquisitas. El croissant super esponjoso y el gâteau basque, una tartaleta de masa de mantequilla rellena de crema pastelera, estaba simplemente divino. De regreso a Donostia, no podíamos dejar de parar en Hondarribia. Allí descubrimos una autentica joya basca a orillas del cantábrico. Antigua, preciosa, autentica y vivida como ella sola, Hondarribia me recordó incluso a Guimarães en alguna de sus calles, sobretodo debido al tono del granito y sus balcones de madera. El ambiente de la ciudad me fascinó. Cerca del puerto, nos encontramos con un torneo de juegos super divertidos, animados con música en euskera que por mucho que nos esforzaramos no entendiamos ni una palabra. Eso sí, sin entender las letras de las canciones, me enamoró lo bien que se divierten y lo bien que transmiten su cultura, sin “folclorismos” ni iconos absurdos, sino de forma natural. Ya en Donostia, y después de tanto desmadre gastronómico en la noche anterior y de una mañana de lo más larpeiro en Francia, decidimos no dar gran importancia a la comida y nos tomamos un par de tapas de tortilla cerca del Monte Igeldo, para así poder aprovechar bien el tiempo y ver la ciudad más a fondo. Manzana tras manzana, avenida tras avenida, puente va puente viene sobre el río Urumea, nos pateamos la elegante Donostia de una punta a otra hasta terminar otra vez de pintxos por la zona vieja y por el barrio de Gros. Esa noche terminamos en un precioso y moderno mesón llamado Portaletas, al final de la calle del Puerto. La comida excelente, recuerdo que pedimos tarrina de foie casero y calamares, todo delicioso. A Álvaro, que le encanta analizar la carta de vinos, le fascinó el hecho de que en este restaurante no disponen de una hoja escrita con el listado de vinos, sino que el cliente debe bajar directamente a la bodega para elegir. Cual niño entre juguetes, Álvaro parecía un cómic japonés, con los ojos brillantes y como platos. Después de mucho dudar, terminó eligiéndonos un Pago de Carrovejas. Después de una noche de sueño profundo en nuestro aseado hotel en la cima del barrio residencial de Ayete, nos despertamos con ganas de aprovechar nuestro último día en Euskadi. Maletas en el coche, abandonamos Donostia cruzando sus calles como si fuéramos de allí. Nos esperaba la capital - Bilbao - y su magnífico Guggenheim. En este impresionante museo diseñado por Frank Gehry, tuvimos la suerte de disfrutar de una magnífica retrospectiva de la dama del Neauveau Réalisme, la artista francesa Niki de Saint Phalle. Deambulando entre las coloridas nanás de ésta artista y los irregulares pasillos de la instalación permanente de Richard Serra, entre otras salas, se nos pasó la mañana volando. Fotografiado el museo sin dejar ángulo, esquina o detalle sin registrar, nos metimos por el medio de urbana Bilbao hasta terminar en el barrio de las siete calles, repleto de gente haciendo el vermut en los pintorescos baretos de pintxos. Nos metimos en el Xukela, nada más entrar nos dimos cuenta de que se trataba de un sitio con personalidad. Los pintxos y el famoso “marianito” (Vermut hecho de Campari, angostura, Tanqueray y Carpano) hacían honor al sello de Estrella Michelin de la entrada. Después de una vueltas mirando sitios económicos para comer, terminamos en la misma calle en la que habíamos tomado el vermut. Concretamente en el Rio-Oja, un restaurante bilbaíno de toda la vida, con pocos guiris como nosotros y en dónde hemos comido platos tradicionales bastante bien de precio. Para comer, pedimos unas cazuelitas de calamares en su tinta, de bacalao al pil pil y una jugosa y sabrosa tortilla de bacalao. Terminamos satisfechos y pagado un precio razonable. Después de un buen paseo por Bilbao para ayudar a digerir la comida, nos metimos en el coche de vuelta a Galicia. La recién completada autopista A8 hace un recorrido por toda la cornisa norte, con lo cual es dificil resistirse a no parar en todos los pueblos y ciudades. Pero como el tiempo escaseaba, decidimos parar solamente en Santillana del Mar. Y la verdad es que valió la pena. El pueblo de las tres mentiras es realmente precioso y está impecablemente bien conservado. En pleno casco histórico, y como si no hubiésemos comido bastante, nos metimos en una tienda de “todo para turistas” y nos compramos un “pack guiri completo”: los tradicionales sobaos pasiegos, las anchoas del cantábrico y un surtido de quesos cántabros. Unas cuantas horas después, ya de noche, llegamos a Lugo. La sensación era de cansancio pero al mismo tiempo de satisfacción, no solo por haber aprovechado bien el tiempo, pero también por haber disfrutado a tope de todo lo que vimos y probamos. Si duda alguna, España es un país para comérselo y Euskadi y su pueblo se merecen sin duda un gran “eskerrik asko”. Definitivamente, ¡recomiendo! |
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Síguenos:
¿Larpeiro?Larpeiro es la palabra gallega para goloso. #Los4Larpeiros
Archives
Julio 2015
Categorías
Todo
Advertencia
Todos los comentarios presentes en este blog están basados en nuestras propias opiniones como consumidores y entusiastas de la gastronomía. No es nuestro objetivo dañar la imagen de ningún profesional, negocio o marca a través de nuestros posts. ![]() 'Todas las entradas de este blog' is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-CompartirIgual 4.0 Internacional License. Creado a partir de la obra en www.los4larpeiros.es. |